Seguramente muchos de vosotros ya lo conozcáis porque hayáis ido a descubrir su colección de arte mudéjar o a ver una obra de teatro o un concierto, pero si no es así, seguro que tras descubrirlo en esta lectura vas a pasarte seguro por él, el Palacio de los Marqueses de la Algaba.
Ubicado en la calle Feria, detrás del Mercado de Abastos, se encuentra uno de los grandes palacios nobiliarios de la ciudad de Sevilla. Considerado como una de las mejores muestras del arte mudéjar civil, estuvo a punto de desaparecer a mediados del siglo XX debido al estado de abandono y ruina en el que se encontraba. Sin embargo, al adquirirlo el Ayuntamiento, el Palacio de los Marqueses de la Algaba recuperó el esplendor del pasado y a día de hoy es uno de los monumentos más importantes para conocer el pasado de la ciudad hispalense.
El Origen del Palacio
El Palacio de los Marqueses de la Algaba se construyó en 1474 por Juan de Guzmán y Torres, I señor de la Algaba, que desempeñaba cargos importantes en el gobierno de la ciudad. Vivía en la localidad de La Algaba y para evitar desplazamientos mandó construir el palacio. Más tarde, Felipe II otorgó el marquesado de la Algaba a don Francisco de Guzmán y Manrique, que amplió el palacio y lo dotó de jardines. De esta época tan solo se conserva la actual torre de portada.
Rodrigo de Guzmán heredó el palacio en 1495. En su matrimonio con Leonor de Acuña, hija del conde de Buendía, señor de Dueñas y adelantado de Cazorla, que tuvo lugar antes de 1516, incrementó su patrimonio familiar con la dote que la propia reina Isabel la Católica había otorgado a Leonor y con otras propiedades que él mismo adquirió.
En 1511 Rodrigo recibió autorización de la Corona para incorporar nuevos bienes adquiridos a su mayorazgo en favor de su hijo Luis de Guzmán y Acuña, lo que hizo en 1526. Ese mismo año fundó otro mayorazgo para su segundo hijo, Pedro de Guzmán.
En 1526 Rodrigo de Guzmán encargó trece piezas de mármol, columnas, una chimenea, balaustradas y otros elementos, al taller en Génova de Antonio María Aprile da Carona y Pier Angello de la Scalla.
Las obras realizadas en el palacio por Rodrigo fueron continuadas por sus sucesores. En 1576 consta que se realizaron otras obras en la casa. Las reformas del siglo XVI se hicieron en un estilo renacentista.
Contemplando su estilo
La portada principal del Palacio de los Marqueses de Algaba de estilo gótico mudéjar es de gran interés y posee dos cuerpos. El inferior construido con sillares de piedra, y el superior decorado con azulejos polícromos.
A la derecha de la portada, mirando de frente hay una ventana geminada polilobulada, con columna central de mármol blanco, enmarcada por alfiz de azulejos y coronada por un tejaroz de madera, que constituye el único resto que queda de la construcción mudéjar original. Bajo ella se sitúa otra de las puertas de acceso.
El interior se organiza en dos plantas alrededor de un patio central dispuesto sobre arquerías, las cuales estaban sostenidas por columnas de mármol procedentes de Génova, la mayoría de las cuales no se han conservado.
Lateralmente puede verse una torre de estructura similar a la de la Torre de los Guzmanes situada en el municipio de La Algaba. Debemos destacar el artesonado original de una de las salas de la planta con dibujos formados por elementos vegetales y escudos de armas, así como la grandiosa escalera principal, que ha sido reconstruida minuciosamente.
La conexión entre el Palacio y la iglesia Omnium Sanctorum
Podemos saber gracias a un grabado de Richard Ford que el Palacio de los Marqueses de Algaba y la Iglesia Omnium Sanctorum estaba comunicados por una galería.
Levantada en 1249, constituye uno de los templos más antiguos de la ciudad y de los que mejor conservan el aspecto medieval de las construcciones religiosas de aquella época.
Los marqueses eran patronos de la Capilla Mayor del Templo y tenían una tribuna en la iglesia. Desgraciadamente tras la ocupación francesa, este pasaje fue derribado.
El fantasma del Palacio de los Marqueses de la Algaba
La familia de los Guzmanes siempre tuvo fama de turbulenta. Parece ser que en el palacio tuvieron lugar sangrientos sucesos en los que fallecieron, asesinados, varios miembros de esa familia. Particularmente en la maciza torre de palacio.
Tras la epidemia de peste de 1.649 que tan gran mortandad causó en la ciudad, los jardines tuvieron que ser habilitados como cementerio.
Además, durante el motín de la calle Feria el día 22 de mayo de 1.652, provocado por la subida del precio del pan, la multitud se congrega ante el palacio, siendo duramente reprimida por la guardia del mismo, quedando como saldo un elevado número de fallecidos.
De manera que en este edificio han abundado las muertes violentas a lo largo de los siglos, por lo que no es de extrañar que el lugar haya quedado “impregnado” de hechos misteriosos.
A la finalización de las obras de restauración en el año 2002, varios vigilantes de seguridad atestiguan que durante la noche el ascensor se pone en marcha solo, las luces se encienden y se apagan y se oyen ruidos, sonido de pasos y susurros. Se producen también bruscas bajadas de temperatura y cambio de localización de objetos. Incluso aseguran que esas manifestaciones extrañas desembocan en la aparición de una dama de blanco que pasea, más bien flota, lentamente por los pasillos de la galería de la planta alta.
De palacio a cine
Tras la invasión napoleónica y las desamortizaciones el Palacio de los Marqueses de Algaba se deterioró y pasó a propiedad particular. Cuando se inauguró el Mercado de Feria se transformó una parte en casa de vecinos y otra en el teatro Hércules. Más tarde, en el jardín del palacio se instaló el cine de verano Arrayán, que permaneció hasta la década de los 60.
Centro de Arte Mudéjar
Y es que el Palacio de los Marqueses de Algaba desde el año 2013, alberga el Centro de Arte Mudéjar, un museo donde se exponen más de cien piezas como tinajas, utensilios y sellos mudéjares. Fragmentos de yeserías, azulejos y lápidas góticas. La visita muy didáctica descubre este fenómeno hispánico, punto de encuentro de alfareros, alarifes y maestros que continuaron la tradición morisca.
Ya solo queda ir a visitarlo si es que aún no lo has hecho, descubrir las sensaciones que desprenden las salas, el patio, las paredes de un edificio único y de gran valor histórico.
Y por qué no….ver con nuestros propios ojos la dama de blanco.
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Muchas gracias. La semana próxima viajo a Sevilla, especialmente para visitar el palacio. Nací allí cerca, en la calle Feria y tengo mucho interés