Este mes visitaremos uno de los edificios con gran relevancia en la Edad Moderna, lugar donde se amonedaba el oro y la plata proveniente de las Indias, La Casa de la Moneda de Sevilla.
La fábrica hispalense fue una institución de relevancia capital desde cualquier perspectiva, sea administrativa, económica, social o cultural. Lamentablemente, su historia no es fácil de reconstruir, a causa de la pérdida del archivo, que desapareció durante un incendio que afectó en 1940 al Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares.
Sevilla alberga una rica tradición histórica como centro de creación monetaria, que se remonta a la Antigüedad y continúa durante la Edad Media. La importancia de la Casa de la Moneda se multiplicó en época moderna, cuando Sevilla se convirtió en un punto neurálgico para el proceso de monetización de los metales preciosos americanos, especialmente la plata. No todo el metal importado desde las Indias se acuñaba en Sevilla, la Fábrica de Moneda de Segovia con su famoso Ingenio, también contribuyó al proceso de monetización. Impresiona pensar en las gigantescas cantidades de plata que cruzaron el océano y se convirtieron en moneda en Sevilla, gracias a su condición de puerto de referencia para la Carrera de Indias.
La expansión de la actividad industrial provocó un cambio de sede en el marco de un importante reordenamiento urbanístico en la zona portuaria y de negocios de la ciudad, que pretendía adaptarse a la intensificación del movimiento económico en la Sevilla del XVI. La construcción de la Lonja de Mercaderes, actual Archivo de Indias, tuvo lugar en las llamadas Herrerías del Rey y en el solar de la antigua Casa de la Moneda medieval, que fue demolida. En su lugar, se construyó la Casa de la Moneda moderna, un amplio conjunto de edificios que ha llegado hasta nuestros días, bien que afectado por continuas reformas a lo largo de los siglos. Entre los elementos que pueden contemplarse en la actualidad, sobresalen la portada del siglo XVIII, obra de Sebastian van der Borcht, y el llamado Patio de los Mercaderes.
La producción monetaria de la Edad Moderna era tan variada como el personal implicado en su creación. Muchas de las monedas que fueron importantes en la España del Antiguo Régimen, bien por su elevado valor económico o por su fluida circulación cotidiana, se reprodujeron en Sevilla. La Casa de la Moneda de Sevilla acuñó excelentes de oro de los Reyes Católicos, reales de plata, simples, de dos reales, cuatro y, por supuesto, las famosísimas piezas de ocho, símbolos de toda una época en la Historia.
La Casa de la Moneda fue una institución característicamente medieval y moderna, llamada a desaparecer en los tiempos del régimen liberal. Ya durante la ocupación napoleónica sufrió una especie de traslado provisional al Cádiz de las Cortes. En 1814 regresó a su vieja sede en Sevilla y allí continuó funcionando durante varias décadas, hasta que las cecas provinciales se extinguieron tras la introducción de la peseta como nueva referencia del sistema monetario nacional. Entonces comenzó un proceso problemático de reutilización del conjunto arquitectónico que, todavía hoy, genera dudas inquietantes para el futuro.
Los Orígenes del edificio de la Casa de la Moneda de Sevilla
La parcela donde actualmente se encuentra el complejo no ha sido igual durante toda la historia de la ciudad, aunque durante la época romana se cree que tuvo usos relativos a la actividad portuaria. Uno de los muros de la Casa de la Moneda corresponde a la muralla de la ciudad e, integrada en dicha muralla y a pocos metros del complejo, se encuentra la Torre de la Plata, una torre almohade en el Corral de las Herrerías, donde se encontraban las Herrerías Reales. El solar sufrió el amurallamiento definitivo durante el siglo XIII.
La historia del complejo donde está enclava la Casa de la Moneda está ligada al palacio de Dar-al-Imara, una fortaleza-palacio musulmana del 913 relacionada a su vez con una anterior basílica visigoda y que suponen el núcleo de lo que luego vino a ser el Alcázar de Sevilla, que se encuentra a unos 500 metros del edificio que hoy os contamos.
La llegada de los cristianos a Sevilla impulsaría el puerto a partir de la segunda mitad de siglo XIII. Este impulso trajo cambios urbanísticos u los espacios vacíos fueron ocupados por un entramado más complicado que el trazado musulmán. En la zona, las Atarazanas por Alfonso X en el siglo XIII o el Colegio de Santa María de Jesús y la Aduana en el siglo XVI. Pero estos edificios no estaban propiamente en la Casa de la Moneda, sino en su entorno. Las naves de las Atarazanas más cercanas a la Casa de la Moneda serían ya desde el siglo XIV la aduana.
Lo que sabemos es que en el siglo XIII la propia Casa de la Moneda era un barrio de casas con corral que anteriormente había sido cuadra y que era patrimonio real. Por dicho barrio pasaba un acueducto romano, posteriormente adaptado por los musulmanes. Estos son los Caños de Carmona, de los cuales aún se encuentran restos por la ciudad, con destino al Alcázar.
Esto hace que los gremios de herreros y monederos tengan sus viviendas en la Casa de la Moneda y en el Corral de las Herrerías. En 1478 los judíos construyen un nuevo barrio próximo a esta área, el Corral de Jerez, entre Puerta de Jerez y la Casa de la Moneda, hasta su expulsión en 1492 de España.
La Conquista de las Indias
Procedente de las Indias, llegaban a España grandes cantidades de metales, de modo que la manufactura en monedas era tal que en 1584 se ordenaba la construcción de una nueva fábrica de la moneda., a cargo del arquitecto Juan de Mijares, que sería finalizada en 1587.
En los siglos de pleno apogeo trabajaban más de 200 empleados que se encargaban de alimentar los hornos y tener en funcionamiento la fundición.
Esta fábrica estaba ubicada en la entrada de la ciudad, entre la Torre del Oro y la Torre de la Plata. Se levantó en el mismo lugar donde antes se encontraba la Casa de la Moneda desde el siglo XIII. Sufrió varias reformas durante su uso como Real Fábrica, una en el siglo XVI y otra en el siglo XVIII, cuando se le añadió la gran portada que conforma el acceso principal, obra de Sebastian Van der Borcht.
Dejó de funcionar en el siglo XIX, desde entonces sus instalaciones se aprovecharon como conjunto residencial, pero se fue abandonando y llegó a deteriorarse de manera que se encontraba en estado ruinoso hasta que a finales del siglo XX comenzó su restauración, quedando un edificio semejante a lo que era en su época esplendorosa.
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