Comenzar una nueva tarea en casa, en ocasiones, cuesta un mundo. Especialmente para aquellos que encuentran el tedio en ordenar. Cuando hablamos del orden, hay quien lo mantiene de manera estricta, quien hace lo que puede dadas sus circunstancias o quien es un absoluto desastre. Para los dos últimos grupos hay buenas noticias: el orden es más fácil de conseguir de lo que se piensa y sólo implica un poco de disciplina.
El orden en casa se alcanza y se mantiene principalmente con dos factores: rutinas periódicas y costumbres de consumo saludables. Así de sencillo y así de complicado.
Rutinas periódicas
Si analizas tu día a día y las tareas que haces en casa, detectarás enseguida cuáles son las que debes hacer a diario, cuáles requieren un cuidado semanal y cuáles se realizan con menos frecuencia. Si te encuentras en una situación desastrosa en cuanto al orden, tu día a día es un caos y quieres cambiarlo, puedes empezar por hacer una planificación y, por supuesto, cumplirla.
Hay costumbres que requieren un trabajo diario. Por ejemplo, no se debe salir de casa por la mañana con la cama sin hacer. Además de suponer una primera tarea sencilla completada para empezar el día, aporta organización visual inmediata en el dormitorio. Otras costumbres sencillas que se han de mantener al día son recoger la cocina tras cada comida, mantener la encimera limpia y despejada y recoger tras la realización de cada actividad. Si, por ejemplo, haces ejercicio en casa, recoge los elementos que hayas utilizado inmediatamente después como parte de la propia actividad.
Además, hay ciertas costumbres de limpieza diaria que son muy saludables, como mantener fregadero y lavabo limpios, así como el inodoro. Si el suelo se ensucia, no lo dejes para luego.
Otras tareas se deben cumplir de manera semanal. En función de cuándo o con cuánta frecuencia lavas tu ropa, debes mantener el orden de la ropa sucia y de la limpia. Utiliza, si te es posible, un espacio dedicado a esta tarea y planifica de antemano tus coladas. En ocasiones tendemos a ocultar todo lo relativo a esta tarea – aquello de “cierro la puerta y no pasa nada” – pero esto también nos empuja a acumular y a no cumplir nuestra planificación. Si tienes hijos, esta tarea es muy cargante, pero, por los horarios y hábitos, es relativamente fácil planificar.
Aprovecha el fin de semana para reorganizar los espacios. También para revisar la despensa y el frigorífico y, si tienes tiempo, para cocinar de antemano. El batch cooking te permite cocinar una tarde y tener comida lista para una semana, con lo que puedes planificar tus comidas y ahorrar tiempo para dedicar a otras tareas.
Hay muchos hábitos de limpieza que se deben mantener semanalmente, inclúyelos en tu planificación y márcalos como completados una vez los hayas hecho. Esta marca, que parece insignificante, es una gran recompensa a tu esfuerzo.
Por último, las tareas que se repiten con menos frecuencia pueden ser el cambio de armario, la actualización de textiles en función de la temporada y la limpieza de zonas de acceso más complicado. El cambio de armario con la llegada de las distintas temporadas es una grandísima oportunidad para aportar orden. Revisamos lo que no hemos utilizado (en función del motivo, lo podemos vender, donar o reciclar), le damos tratamiento a lo que sí hemos usado y guardamos adecuadamente para el siguiente año. A la hora de almacenar la ropa de temporada a la que le vamos a dar uso, trata de seguir algunas normas en cuanto a la colocación de las prendas (Marie Kondo tiene mucho que decir a este respecto): utiliza perchas iguales, siempre en el mismo sentido; utiliza separadores y clasifica la ropa en función de su uso.
Costumbres de consumo saludables
Si, cuando llega el momento del cambio de armario y, tras apilar toda la ropa, eres consciente de la cantidad de prendas que no has utilizado y no estás conforme, ha llegado el momento de actuar. Cada vez hay periodos de rebajas con más frecuencia y tenemos acceso a comprar prendas a muy bajo coste económico, pero de mala calidad y con – eso sí – un alto coste ecológico y social. Es mucho más rentable a largo plazo comprar prendas de calidad, con un precio algo más elevado, pero capaz de soportar su uso por temporadas. Es mejor tener una prenda de calidad, que tres que aguantan un solo lavado.
Lo mismo sucede con las cosas de nuestra casa. Si quieres actualizar los espacios, renueva los textiles, por ejemplo, pero trata de evitar comprar compulsivamente elementos decorativos para los que no tendrás espacio eventualmente.
Por último, la cocina es también un foco de desorden en el frigorífico y en la alacena. No me refiero al orden estrictamente, sino al descontrol que ocasionamos a veces cuando compramos comida que se va a estropear antes de que seamos capaces de comerla. Siempre hay que hacer listas meditadas y ceñirse a ellas para evitar el despilfarro.
Autora:
Gema Armenta
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