El Monasterio de Santa María de las Cuevas, en la Isla de la Cartuja, es nuestra apuesta histórica de hoy. Sus Iglesias fueron lugar de culto, alojó a la orden Cartuja y fue centro de caridad para los necesitados de Sevilla hasta el momento de la desamortización de 1835.
En el transcurso de su historia las construcciones del Monasterio de la Cartuja fueron evolucionando, ampliándose, rehabilitándose, creciendo, hasta convertirse en el centro que actualmente conocemos y que pasó, para llegar a convertirse en lo que hoy es, por ser cuartel y almacén de los franceses e incluso fábrica de loza ya hasta casi nuestros días. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1964.
Gracias a la Exposición Universal de 1992 en Sevilla, el conjunto fue previamente rehabilitado, adaptándose parte de sus estancias como Pabellón Real, dando paso después en sus edificios a tres entes públicos altamente reconocidos, como son el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico y una de las sedes y rectorado de la Universidad Internacional de Andalucía.
El origen
Antes de ser terreno monástico, los almohades en el siglo XII le dieron uso al lugar creando hornos alfareros de cocción aprovechando su situación junto al río y dada la abundancia de arcillas que extraían labrando cuevas.
En el lugar donde ahora se ubica el monasterio fue encontrada una pequeña imagen de la Virgen en los pozos excavados por los alfareros allí ubicados. En aquel lugar se construyó una ermita en honor de la imagen hallada. Fue el obispo don Gonzalo de Mena quien fundó el monasterio de Santa María de las Cuevas en 1400 tras conseguir el traslado de los franciscanos. En esa época se construyó la iglesia inicial, denominada a día de hoy Capilla de la Magdalena.
Tras la muerte del obispo y con la pérdida de la dotación para la financiación del monasterio, su patronato fue obtenido por Per Afán de Ribera que lo dotó de recursos y de propiedades en las provincias de Sevilla y Cádiz. Se construyó entonces la Iglesia gótica, de una sola nave, a cambio del derecho de enterramiento para su familia. Algunos miembros de la familia Ribera fueron sepultados en la Sala Capitular.
El monasterio
La distribución de la cartuja constaba de celda del prior, iglesia y estancias de uso común, celdas, refectorio y sala capitular, además de huertos y jardines.
Desde sus orígenes el recinto ha sufrido varias reconstrucciones, en parte debido a la proximidad del río, sus regulares subidas inundaron y dañaron el monasterio en muchas ocasiones. Así se pueden apreciar las distintas tendencias artísticas que lo conforman, como los restos mudéjares existentes en El Claustrillo, los góticos de la Iglesia y la Sala Capitular, los renacentistas en la zona de la celda del prior y algunas obras de escultura y restos barrocos por todo el recinto, sin menospreciar la colección de cerámicas que produjo en su época de fábrica.
La iglesia gótica del monasterio.
La obra de la iglesia es de la misma época que la catedral de Sevilla. Su fachada es de esquema abocinado gótico de arquivoltas con decoración mudéjar y plateresca rematada con pretil de bellos azulejos. Su interior consta de una sola nave cubierta con bóvedas de crucería enlazadas, destacando la zona del presbiterio con bóveda de abanico. La decoración interior que se conserva es de una de las rehabilitaciones en el año 1614.
Desde la nave de la epístola se accede al Claustrillo que permite el acceso al Refectorio, con magnífico techo mudéjar de lacería y piñas y púlpito gótico desde donde los monjes continuaban sus enseñanzas durante las comidas. Opuesto al claustro está la Capilla de la Magdalena, primer templo del monasterio que aún conserva restos de frescos y azulejos de época renacentista. A continuación está la Sala Capitular con su bóveda con decoraciones góticas y los bellos sepulcros de la principal familia benefactora, los Ribera.
Tras los efectos del terremoto de Lisboa a mediados del siglo XVII, se realizan importantes reformas a cargo del Maestro Mayor de la Cartuja, Ambrosio de Figueroa, entre ellas el muro defensivo circundante del recinto, la gran Portada de ingreso y la Capilla Pública o De Afuera que conserva parte de la Sillería del Coro.
La portada que da al río es obra de Diego Antonio Díaz y presenta en el remate pináculos vidriados y decorados con azulejos que datan del siglo XVII, más otros más actuales que detallan la fecha de su efímera restauración, el año 1759.
Evolución del Monasterio de Santa María de las Cuevas
Con los años fue objeto de numerosas ampliaciones, construcciones y reconstrucciones, algunas de ellas ocasionadas por las crecidas del Guadalquivir. En el siglo XVIII se abrió una nueva puerta en la cara opuesta al río, se levantó nueva cerca y se reconstruyó la Capilla de la Virgen de las Cuevas por Ambrosio de Figueroa.
En esta zona, entrada principal del monasterio, se encontraba, además de la Capilla de la Virgen de las Cuevas, el refectorio de los pobres, la portería y la cocina de la carne, junto con las cuadras de la raza cartujana, todo ello en torno al patio del Padre Nuestro. Por el atrio que continuaba a la puerta principal se accedía al patio del Ave María, una gran plaza por la que se alcanzaba el pórtico de las cadenas, entrada al atrio de la zona monacal de clausura.
Diego Antonio Díaz reconstruyó la puerta frente al río, con pináculos vidriados y azulejos de los siglos XVII y XVIII, ya que la tapia había sufrido los envites del río y había sido derribada en parte, inundando el interior de las huertas. Fueron tantas las ocasiones en las que el monasterio vio maltrechas sus tierras e instalaciones por causa del Guadalquivir que incluso se pensó en su traslado.
Aun así, gracias a sus elevadas rentas originadas en numerosas dotaciones y heredades tantos económicas como en propiedades y una buena gestión de todo ello, permitieron una constante ayuda a los necesitados y, en algunas ocasiones, al gobierno de la ciudad, y paliar así épocas de hambruna y necesidades.
En definitiva, durante cuatro siglos, el monasterio fue ampliado, remodelado y, aun así, mantuvo las características propias de los complejos monacales.
Pero también posee características suyas propias como el hecho de tener un mirador hacia el río o su gran claustro en torno al ábside de la Iglesia. Otras construcciones eran la capilla de Santas Justa y Rufina, el mirador del río y las norias con la capilla de Santa Ana y las acequias de las huertas.
Patrimonio artístico del Monasterio de la Cartuja
Gracias a ese elevado nivel de rentas obtenidas por el monasterio su patrimonio artístico y ornamental llegó a ser impresionante, aunque, como gran parte de él fue expoliado por los franceses o fue protegido trasladándolo a otras ubicaciones.
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