En artículos anteriores hemos tratado la importancia de mantener el orden en casa y cómo esto nos puede ayudar a tener un día a día más sencillo aplicando un ligero cambio de hábitos. Incluso nos puede ayudar a tener más paz mental.
Pues bien, hay casos – no estrictamente extremos – en los que se hace necesaria la ayuda de un organizador profesional. Puede ser que el desorden y el caos se haya apoderado de tu casa (o de tu gestión del tiempo), pero también puede suceder que necesites un empujón y no sepas por dónde empezar.
Para una persona medianamente organizada, puede costar creer que haya otras que se dediquen a la asesoría en organización. Suceden dos cosas: la primera, no solo se trata de ordenar tus cosas, tus muebles, etc. también pueden organizar tu tiempo y cómo lo empleas en distintas tareas para lograr los objetivos que te propongas. La segunda es que hay muchas personas que fracasan en sus intentos de mejorar el orden de sus casas o en la gestión de su tiempo y necesitan ayuda o un acompañamiento. Estos profesionales nos pueden enseñar a mejorar la relación que tenemos con nuestros espacios, nuestro tiempo y hasta nuestra economía, buscando la eficiencia, dándonos algunas claves básicas y otros trucos para mantenerlas en el tiempo.
Qué es un organizador profesional
A pesar de que en España hay organizadores profesionales desde hace tiempo, esta profesión venía siendo desconocida para el gran público hasta que la gurú del orden, Marie Kondo, gracias a sus libros y documentales, la ha descubierto. Estos asesores se encargan de enseñarnos el uso correcto de cada estancia o posibles usos adicionales que no contemplábamos. También enseñan a gestionar correctamente los elementos de cada habitación, seleccionando el amueblamiento más adecuado en cada caso, así como sus accesorios o complementos. Cuando se ve el “antes y después” del paso de un organizador por una sola estancia pareciera que ha hecho magia, pero no se trata más que de la implementación de la lógica del orden y la organización. En ocasiones nos aconsejan tirar muchas de las cosas que tenemos, pero no son “profesionales de la limpieza”. Si hay que tirar o donar algo es porque está realmente deteriorado o no se ha venido utilizando durante largos periodos de tiempo. En ocasiones no nos damos cuenta de esto y debe venir alguien externo y, de una forma muy aséptica y objetiva, ayudarnos a ver que no necesitamos tener tres cucharas de palo para cocinar, otras dos de silicona y una más de recuerdo de ese pueblecito que se visitó allá por 2007. En este punto quizás puedes hasta imaginar ese cajón de la cocina que tiene todas estas cucharas y muchas otras cosas más.
Los nuevos hábitos
Tenemos cierta tendencia a acumular y, con este acompañamiento, podemos también aprender nuevos hábitos para comprar y tener lo estrictamente necesario y, de ser posible, mantenerlo en el tiempo. Justamente esta es una de las cuestiones a las que mayor partido le podemos sacar a un organizador profesional: mantener los nuevos hábitos. Ordenar todo una vez que se ha terminado de utilizar, devolverlo a su lugar de origen y que éste, a su vez, esté también organizado con cierta estructura que tenga lógica para nosotros mismos. Esta rutina permitirá que recoger y ordenar no sea una tarea tediosa, sino complementaria, y hasta satisfactoria. Aplicando sus trucos, propuestas – siempre en función de las circunstancias particulares – y soluciones prácticas, se pueden lograr los objetivos establecidos y mantenerlos en el largo plazo.
La tarifa de estos organizadores profesionales puede depender del trabajo por estancias o de las horas invertidas. Si vemos estas tarifas aisladas, pueden parecer altas si no se contextualizan. No obstante, la realidad es que, si se necesita este servicio, ha de verse como una inversión y un aprendizaje para mejorar la relación que tenemos con nuestras cosas. A todos, en mayor o menor medida, nos ha sucedido eso de llegar a casa, algo cansados ya, y estresarnos aún más porque está todo desordenado o porque tenemos demasiadas cosas y, hasta hacer la tarea más sencilla, se complica. Nuestra casa debe ser nuestro refugio, nuestro lugar de desconexión y nos merecemos sentirnos a gusto en ella. Si para ello necesitamos a un profesional de la organización, el coste debe ser lo de menos, porque la paz mental que necesitamos en nuestro hogar cuando todo está bien organizado no es negociable.
Autora:
Gema Armenta
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